19S Zona Cero: Memorias de un Brigadista en el Sismo de
México [2]
Dr. Mauricio Nava D.[1]
Introducción:
El siguiente testimonio trata
sobre mis propias experiencias como brigadista voluntario durante los esfuerzos
de rescate en una de la áreas más críticas y difíciles, el edificio de
contadores en Álvaro Obregón #286, en la Colonia Roma, Ciudad de México; además
de la participación en el área de Jojutla, Estado de Morelos, con un grupo de
civiles, patriotas y humanistas en la ayuda a comunidades rurales afectadas.
Estos testimonios capturan en parte las voces de cientos de brigadistas voluntarios
como yo, las cuales escribí durante los rescates. Estas voces nos proporcionan un
testimonio del comportamiento humano frente a una crisis nacional, además de
ofrecer una crítica a las instituciones tanto religiosas, civiles y militares
del país.
Gracias por permitirme compartir este ensayo con sus
lectores.
19 de
septiembre, 2017
Por la
mañana.
Después de buscarme por varias
horas en el campus de la universidad, Faith Marie me halló en medio de una
junta. Me hizo señas con la mano y pidió diculpas por interrumpir. Me dijo que
había oído que hubo un temblor muy fuerte en la Ciudad de México y hasta el
momento no había podido comunicarse con la familia allá.
6:44 p.m.
“JJ, tu tía mandó foto del
edificio de su oficina”.
“La oficina de tu tía antes del
derrumbe. Ellos están bien, y también tu abuelita”.
“Por la oficina de tu tía Liz”.
“A venir por favor con cuidado”.
“¿JJ, vienes con nosotros o vas
por tu parte a la cena? Estamos en su casa y pronto nos vamos en carro”.
-
“Perdón, no vi tu mensaje, pero fui con mis amigos”.
“Bueno, ya estamos aquí en el
campo comiendo”.
“OK”
20 de septiembre,
2017
Durante una ceremonia en la Universidad,
me vinieron a la memoria el derrumbe del 19 de septiembre de 1985, y como
logramos salir con vida de nuestra vivienda. La loza de cemento se nos vino encima.
Mamá perdió el sentido y se puso a buscar sus llaves mientras los ladrillos
rechinaban y las ventanas de su recámara tronaban. Mi hermana Elizabeth y yo la
jalamos para salir. Al recordar lo que había pasado ayer, de repente irrumpí en
sollozos. Con toda la pena, me limpié con mi toga… el birrete se hizo de lado
al abrazo de varios compañeros. Algunos estaban confundidos por qué su colega
mexicano lloraba al final de una ceremonia académica. Faith Marie, en ese momento
me dijo “tú no vas a estar en paz si no
te vas a México a prestar auxilio, ¿verdad? Ve; yo empaco tus maletas…”.
21 de septiembre
2017
3:05 p.m.
“Hijo, para que sepas, si el papá
de tu amiga quiere ir a ayudar, lo mandas y lo pasamos a buscar y lo ponemos a
trabajar. Sólo por si él quiere o puede”.
3:13 p.m.
“¡Muchos goles en tu partido hoy! de
fútbol. Siento que me lo vaya a perder. Te amo hijo. Besos”.
-
“Gracias papí”.
Arribo a la Ciudad
de México
10:18 p.m.
“Ya llegué a casa de mi mamá”.
10:52 p.m.
“Por salir a una zona de desastre
por Taxqueña. Necesito que Emmanuel tenga en volumen alto por si le mando texto
y necesito Uber de regreso. Oren”.
-
“Sale papí!”
22 de septiembre,
2017
Como en 1985, nuevamente paso mi
cumple con tristeza por un temblor.
12:05 a.m.
- “A qué dirección?”
- “A qué dirección?”
“Blog para mañana…”
12:58 a.m.
“Hasta mañana”.
9:26 a.m.
“Aún guardo las fotos que tomé
anoche de un edificio multifamiliar colapsado en Tlalpan y Taxqueña, al sur de
la Ciudad de la México. Desde el puente al cruzar al lado poniente de Tlalpan
se veían ríos de brigadistas a altas horas de la noche. Alrededor de la una de
la madrugada hoy. Mi hermana, Elizabeth, y yo seguimos una pista sobre la
demanda de intérpretes. Un equipo de rescatistas japoneses, junto con el famoso
equipo de rescatistas los Topos de México se encontraban ahí. Pero, cuando
llegamos al lugar, la necesidad ya se había satisfecho. Así que me apunté en la
lista de espera. Las ambulancias se llevaban a la gente, muy probablemente
damnificados. Artistas de cine (además de mi hermana y yo por supuesto), se
hallaban en el lugar. Ríos de voluntarios dispuestos a ayudar. Era casi como si
la gente compitiera en un concurso cuyo premio era ayudar. Muchas veces me
ofrecieron un taco calientito, bebidas y café y demás. [Una vendedora ambulante
ya mayor de edad, sin zapatos, nos ofrecía gratis sus bolillos. En yuxtaposición
llegó un BMW negro paró frente a nosotros y, abriendo su cajuela, unos
muchachos nos ofrecían pan de dulce de la Esperanza, chocolate y bocadillos]. Era
conmovedor el espíritu de cooperación que mi gente tiene el uno por el otro;
tan orgullosos de estos jóvenes, sin saberlo, imitan a Cristo”.
-“Para el blog que me va publicar
Gonzo”.
-
“Sí, papí”.
- “Gracias bello. Te mando muchos…
muá, muá”.
-
“Gracias papí! Te
amo mucho, muá, muá”.
12:11 p.m.
“Buenos días desde la aun bella
Ciudad de México. Estoy en el proceso de arreglar mi incorporación a un grupo
pequeño de civiles que irá mañana a Jojutla, Morelos, justo en el centro del
temblor. He escuchado que es una comunidad rural muy empobrecida, donde la
gente duerme en los campos y calles, sin agua ni alimento. Es muy probable que
me acepten gracias a mi habilidad de interpretar y soldar con eléctrica y
autógena. Si este fuera el caso, saldré a comprar comida, sacos de dormir, etc.
Por favor pidan por estos amigos. Gracias”.
7:40 p.m.
“Hola, este fin de semana estaré
con: Claudio (**.*****.****), y Azalia (**.****.****) o Gloria Coro (**.****.****),
en este caso de que necesiten contactarme y no entre mi celular (debería
entrar)”
7:48 p.m.
-
“Ya hablé con Gonzo, y mamá y él están trabajando en crear
la página por Face”.
7:50 p.m.
“Zaz! Blog…”
9:12 p.m.
“Buenas noches desde la solidaria
Ciudad de México. Mañana por la mañana me voy a Jojutla, en el estado de
Morelos, epicentro del temblor. Nos han dicho que es un área muy necesitada a
donde poca ayuda ha llegado. Un grupo religioso que lleva a dos rescatistas y
un doctor. El grupo, de aproximadamente 12 personas estará llevando víveres,
medicamentos, guantes, etc. Pensamos regresar este domingo por la tarde. Fueron
tan gentiles en aceptarme, a pesar de no conocerme (no saben en la que se han
metido :0) Las noticias reportan la intensidad de una sacudida, pero rara vez
uno se entera en los medios de cómo se sintió o se movió. Este fue un raro tipo
de temblor; pocos de estos ocurren. No es un temblor común en el sentido que
una placa tectónica se cayó hacia el magma de la tierra, chupando con ella todo
en la superficie que no le pudo resistir. Luego, mandando vibraciones de choque
arriba y abajo, por tal motivo colapsando lo que resistió la succión inicial.
Mientras que muchas partes de la ciudad parecen absolutamente normales, las
áreas afectadas fueron aplastadas en su totalidad. Algunos carriles en las
calles están sumidos al punto que la gente se sienta en ellas como si fueran
bancas [en un parque]. Es por eso que edificios de cuatro o cinco pisos
quedaron reducidos a dos o uno.
10:27 p.m.
Para que sepas, estoy en el cine.
Voy a apagar mi teléfono. En caso de emergencia, llamen a Liz por whats, ¿va?
23 de septiembre
2017
12:52 a.m.
Ya estoy en casa.
7:56 a.m.
Blog…
7:58 a.m.
En ruta para conocer mi grupo a
Morelos y la alarma sísmica sonó.
7:59 a.m.
Cables moviéndose durante la
alerta sísmica, ventanas quebrándose en los edificios de la esquina.
7:59 a.m.
Los cables se columpian, pero ya
se detuvieron.
8:02 a.m.
La gente se encuentra afuera en
las calles, en batas, pijamas.
8:03 a.m.
La gente afuera, nadie toma
riesgos innecesarios.
8:24 a.m.
Fue un 6.1 en la costa del
Pacífico suroeste.
[Durante este viaje a la reunión
con la gente de Morelos, en el Uber, nos agarró este sismo. La alarma permeó
las calles. Gente en las esquinas; se respira la frescura de la mañana. “Cuando
tembló la primera vez, igual me agarró trabajando -me decía el conductor del
Uber- y un niño salió gritando Te odio
México; tiemblas muy cabrón. Nos dio risa a los dos].
9:36 a.m.
Otro grupo grande se nos unió con
sus propios vehículos y víveres. Cargando víveres…
[El Uber me dejó en realidad una
cuadra más adelante. Revisando mi teléfono con mis maletas llenas de víveres y
equipo de construcción, esperé la respuesta de alguien en el grupo. Me di
cuenta que estaba cerca y caminé a la casa, la cual me enteré después, era una
casa como la del tamaño de mi abuelita, con un patio bonito en una calle
tranquila no muy lejos de Álvaro Obregón. Me presenté con el grupo, muchos
jóvenes de edad universitaria, con chamarras, suéteres o chalecos porque la
mañana era fresca, con cafés en la mano y otros fumando. Estaba confundido.
Pensé que me había conectado con grupo de una iglesia evangélica, pero al oír
su vocabulario soez, fumando, me entró la duda. Comenzamos, pues, a organizar
los víveres: papel de baño y productos de higiene femenina hasta el fondo del
patio, latas al frente cerca del zaguán, etc. Un vehículo se echaba en reversa, generalmente pick ups o carros 4x4, seminuevos, y unos compactos. No
importaba, a todos los cargábamos igual, al tope, dejando un par de asientos
libres). Salimos, todos contentos y listos a servir].
11:26 a.m.
Ahora, en la orilla sur de la
CDMX, estamos en ruta a una sierra hermosa, de montañas altas y boscosas. Hay
250 volcanes inactivos geológicamente catalogados. Al pasar más gente nos da
cosas para llevar a Morelos.
12:39 a.m.
Muchos bosques bellísimos de pinos.
Montañas majestuosas
1:57 p.m.
Sentado como copiloto, bajé de la
camioneta al costado de unos espinos altos. Su fruto espinoso se parecía a un
platanito. Ira güey, más grandes que el
tuyo. No te pongas celoso, le dijo uno al otro mientras orinábamos sobre
los espinos. Para las damas fue más complicado.
3:48 p.m.
En Jojutla…
[Indescriptible… difícil de creer
con nuestros ojos casas a la derecha e izquierda destruídas].
3:53 p.m.
Rescate en progreso…
8:10 p.m.
Bien chaparro, en realidad ya
visitamos tres o cuatro comunidades rurales, entregando todo, y ya voy de
regreso a la casa de tu abuelita. Yo creo llego como a las 11:00 p.m. Voy a
apagar mi teléfono para mi Uber al llegar a la CDMX porque ya casi no tengo
batería. Ahí avísenle a tu abuelita por fis.
11:39 p.m.
Ya llegué a casa de mi mamá.
Buenas noches.
24 de septiembre
2017
11:16 a.m.
Cuando pasamos por las ciudad de
la eterna primavera, Cuernavaca, las temperaturas comenzaron a subir. A
diferencia del aire frío y fresco de las montañas, esta ciudad es una parada de
fin de semana para los capitalinos porque tiene un clima templado o caluroso y
soleado todo el año. Al salir de Cuernavaca, seguimos más al sur en la sierra
en dirección a la costa del Pacífico. Debimos de haber estado descendiendo en
la parte poniente de la sierra. Las crecientes temperaturas nos lo confirmaban.
Los de mi camioneta no creían en el aire acondicionado. Viajamos con las ventanas
abiertas. No podía evitar admirar las graciosas laderas de la cordillera de la
Sierra Madre Occidental. Vimos muchos vehículos, desde compactos hasta
camionetas de buen tamaño, viejas y nuevas; algunas con cargas de papel
higiénico, latas y botellas de agua. Después de 4 hrs. nuestro convoy llegó a
Jojutla, Morelos. Aunque todos llegamos de la abatida CDMX, perdimos el aliento
de ver tan cerca las casas colapsadas aquí y allá. [Una cosa es ver un derrumbe cuando ya la gente ha sido desalojada, y
otra es ver todavía sus tazas de café en la mesa, sus camas, sus hogares aun
tibios de vida humana, y con víctimas adentro]. En la CDMX el ejército y la
Marina no permiten que nadie se acerque en un radio de por lo menos dos
cuadras. Sólo a voluntarios calificados y brigadistas se les permite la
entrada. Los voluntarios allá tienen que hacer cola por horas para entrar. Aquí,
en contraste, el ejército se encuentra en las calles distribuyendo botellas de
agua, dirigiendo el tráfico y entregando víveres. Vi a un camión del ejército
cargado de víveres. Muchos tenían la misma idea. Al pasar, algunas calles ya
habían sido reclamadas por otro grupo entregando desde sus camionetas. Habían
tantos convoys circulando por calles de terracería que se tapaban con vehículos
y voluntarios de diversos estados. Así que nuestro grupo, de unos 10 vehículos,
quería encontrar un área “virgen”, por así decirlo, en donde ningún otro grupo
hubiera llegado con ayuda. Sin embargo, ninguno de nosotros era oriundo de la
región. Nuestros sudosos rostros y cuerpos acalorados nos denunciaban como
fuereños; los lugareños no se veían sudando. Más allá de Jojutla, llegamos a Huixaztla
en donde nos bajamos y llamamos a la gente a que se acercara a nuestros
vehículos. Rápidamente recibimos una lección: entregar ayuda no es tan simple.
Requiere de organización y planeación. Todos éramos voluntarios civiles sin
experiencia. La gente simplemente se dejó venir tomando de nuestras manos todo,
pero la gente que llegaba más tarde no podía llegar hasta nosotros. En nuestra
siguiente parada, la comunidad de Nexpa, intentamos una diferente estrategia:
formar a la gente primero, y la gente siguió las instrucciones. Creímos que
funcionaba a la perfección. Pero ahora observamos que la gente al frente no se
iba, incluso después de haber recibido ayuda. Por otro lado, las mujeres
embarazadas, la gente de la Tercera Edad y los niños llegaron al final por su
paso más lento y no alcanzaban el frente. Por eso, empezamos a recorrer la
línea para distribuirles algo de ayuda. Tan pronto como sacábamos barras de
jabón de los paquetes, o pañales, desodorantes, comida enlatada, etc., muchas
manos encontraban las nuestras tomándolos. [Una
procesión funeral interrumpió las labores. Nos hicimos a un lado para que
pasaran con el féretro. Varias mujeres con velo cantando dulcemente. Al final]
dejamos cada lugar con el sentir de que habíamos hecho poco. Las expresiones de
tristeza en los rostros de la gente rompió nuestro corazón. Tomó a nuestro
grupo cerca de tres horas para cargar los vehículos, lo cual indica que
llevamos el convoy cargado, mas a penas si rasguñamos el problema. Al alcanzar
la comunidad del Higuerón, nuestra última parada, nuestro convoy se dividió en
dos para llegar a más comunidades. Yo me quedé con el grupo del Higuerón.
Nuestros conductores practicaron la reversa ampliamente. Al pasar por las
comunidades, mucha gente nos gritaba Que
Dios los bendiga, Gracias por venir, Que Dios les dé más, etc. Las ancianas
nos acariciaban el rostro o los brazos para bendecirnos. En el Higuerón, al
acercarse la noche, arribamos a una bien organizada Ayudantía. Una cadena
humana se formó rápidamente y entregamos el balance de nuestra carga. Ahí
estaba, partido entre ayudar en la cadena de descarga o [confortar] a los
damnificados. Una familia con quien recé nos agradeció desde el fondo del
corazón. El papá envió a su hijo a buscar un refresco frío. Para entonces no
habíamos comido ni bebido desde las siete de la mañana. Me sentí mal por haber
tomado la soda de las manos de esta familia necesitada, pero tenía mucha hambre
y sed para entonces. Obvio, no había electricidad en la región.
Para que se
den una idea, el 7 de septiembre un terremoto de 8.2 grados, casi al tope de la
escala, sacudió la región suroeste del Pacífico frente a las costas de Chiapas
y Oaxaca, nuestros dos estados más pobres. Hoy la televisión dijo que han
habido más de 4326 réplicas después de ese día. En lo referente al terremoto del
19 de septiembre que directamente afectó a los estado del centro sur como
Morelos, Puebla, Tlaxcala y ciertamente la CDMX, hemos vivido 39 réplicas. Tan
solo ayer por la mañana, mientras viajaba para reunirme con mi grupo de
Morelos, hubo cuatro sacudidas, una de 6 grados que rompió algunas ventanas.
25 de septiembre
2017
11:09 p.m.
Mi amiga Azucena Picazo me
escribió:
-En el Parque España en la Roma.
Parece que ya no están solicitando traductores. De hecho algunos brigadistas ya
se están retirando.
11:10 p.m.
Pero sí voluntarios a partir de
las 3 am, ¿verdad?
-Sí. Pero ten cuidado por el
horario.
¿Cómo por el horario?
-Es de madrugada. Puede ser
inseguro el traslado.
Ah, sí, mientras me voy a
Garibaldi y a la salida allá [no sé porqué dije eso].
11:12 p.m.
-Ahhh, bueno, jeje. En la Roma seguro. Hay muchos
edificios.
11:13 p.m.
-Hoy me dijeron que en el de
Álvaro Obregón había mucha gente en los escombros. No sé si ya sacaron a todos.
No sé… Tristemente serán
cadáveres.
11:15 p.m.
-Pues sí. Ya vi, siguen en el
edificio.
11:18 p.m.
-En Álvaro Obregón aun hay 38
personas adentro.
26 de septiembre
2017
12:19 a.m.
Ora por nosotros. Salgo a las 3:00
a.m. como brigadista voluntario. Hay un rescate en proceso.
8:00 a.m.
Osa, estoy en el derrumbe de
Álvaro Obregón, pero en la entrada a voluntarios, Nuevo León y Sonora. Sólo por
si mamá pregunta. Ya Raúl y su esposa se fueron.
10:26 a.m.
Ya subí de puesto: estoy a cargo del
almacén de herramientas y materiales para carpintería. Estoy en Zona Cero. Me
necesitan y voy a estar un buen aquí.
10:45 a.m.
Dile que no se preocupe ☺. Nos dan comida y bebida; toda la
que queramos. Todavía hay mucha gente en el edificio. A veces nos llega el
olor. Estoy justo a dos casas del edificio de Álvaro Obregón derrumbado.
2:16 p.m.
Desde Zona Cero. En Álvaro Obregón
#286 tenemos rescatistas de E.U., Colombia, Israel, España, Canadá y México. Los
voluntarios trabajan en turnos de entre 15 y 24 hrs. Estoy ya sobre mi onceava
hora en el Almacén de Carpintería, al lado del edificio que todavía rehúsa
entregarnos a sus 30+ víctimas. Se dice que el Presidente va a pasar frente a
mi estación. Se siente un espíritu de entusiasmo y de hermandad entre todos,
sin importar la nacionalidad, raza o estatus socio-económico ni posición social.
Toneladas de comida traída por voluntarios nos llega. Nos ofrecen incluso
terapia, cuidado médico y hasta masajes a los brigadistas. En uno de los
comedores improvisados había una caja de tenedores desechables con la leyenda "tenedores para héroes".
[En la cola para comer, una
jovencita voluntaria nos ofrecía pan de muerto. Oye, ¿de veras quieres ofrecerles como pan de muerto? Estamos en Zona
Cero. Se echó a reír "pan de canela",
2pasen por su pan de canela"].
4:25 p.m.
Hemos enviado varios pedidos de
inventario que nos hace falta desesperadamente.
6:01 p.m.
[A Isel Flores]
Nos piden: clavos de 5” (4000
clavos), 5 cuadernos, 20 plumas, sharpee, lápices para carpintería, 2
tiralíneas, guantes de tela con palma de hule [los rescatistas españoles los
quieren así], flexo metros, [sierras] corta ingletes, 80 pilas AA. ¡Súper urge,
por fis!
-Va. Ahorita lo checa Franco.
8:17 p.m.
[Una lluvia se soltó sobre el edificio abatido, sobre los cientos de brigadistas, sobre la maquinaria y las
lonas, sobre el polvo, el metal retorcido, el vidrio quebrado, el cemento cuarteado, sobre nuestras cabezas y cascos. La fría lluvia cayendo a cántaros
de nuestros cascos no nos hizo parar]. Dile que voy a casa. Acabo de salir.
-
Sale papi.
10:49 p.m.
AO. 286 Carpintería: Rescatistas
de Álvaro Obregón, pueden ir a bañarse a Colima 256, JellyFish Yoga Center,
tenemos toallas, champú y 16 regaderas con agua caliente. Gracias. Confirmado
26/sep/17, 19:45 hrs.
27 de septiembre
2017
8:52 a.m.
Chicos, les voy a platicar de otro
tipo de necesidad urgente en Zona Cero en Álvaro Obregón. En caso de que tengan
esto, sean gerentes de un Home Depot o dueños de ferretería. El equipo de carpintería está fabricando Cajas de Vida, que son muros triplay y vigas gruesas
de madera de poco más de 2 m. de altura. Se construyen de ciertas medidas y
diseño de tal manera que cada caja resiste 3 toneladas. Cuando 4 cajas se ponen
a manera de columna bajo una loza ya pueden aguantar unas 12 toneladas para que
los rescatistas puedan trabajar. [Las uniones son clavadas en forma de
triángulo con clavos de 5” ya que es la forma más fuerte]. Ayer nos hicieron
falta clavos de 5”, tiralíneas, discos
para sierra cortadora de madera de 10”, lápices para carpintería, seguetas para
caladora bosch y las caladoras, sierras de disco con discos, taladros
inalámbricos con brocas, bloc de papel para anotar medidas y plumas para
escribir. Ya por la noche, las luces de trabajo compiten con las sierras de
banco por enchufes; así que se agregan a la lista conectores de enchufes múltiples para uso pesado. Si alguno tuviera aunque sea clavos de 5” o lápices
de carpintería, los pueden pasar a dejar
a la esquina de Nuevo León y Sonora (cerca del Parque España), a nombre de
uno de los Jefes de Carpintería Agustín o Arknasus y, noches, Cruz. Gracias.
12:32 p.m.
Llegué a casa de mamá anoche a las
9:00 p.m., todo sucio. Después de trabajar en el Almacén de Materiales y
Herramientas de Carpintería, junto al edificio de Álvaro Obregón 286, ahora
llamado Zona Cero, tomé una larga ducha con agua caliente. Mis ropas tenían un
cierto olor horrible por la putrefacción de los cadáveres ahí atrapados.
Después de la 1:00 p.m. aprox., [al despejarse el cielo y calentar el sol] tuve
que usar una máscara facial porque el olor se hizo patente. Todo lo que teníamos
eran cubre-bocas baratos desechables. Dos días antes ya se había agotado mucho
equipo para los bridadistas en las ferreterías. Al escribir estas notas, a
penas si puedo reprimir mis lágrimas. A veces, por nada, quiero explotar en
llanto, ya sea mientras camino o tomo café con mi mamá esta mañana. Uno de
estos momentos me sobrevino cuando la Marina envió a un marino a nuestro
almacén improvisado. Buscaba pilas AA, 80 de ellas para ser exactos, para los
rescatistas de la Marina. Es curioso como cosas que a veces nos estorban en la casa,
como lápices, bolígrafos o bloc de notas, nos hacían falta ahí. Una jovencita,
obvio una Millennial (con frecuencia
los vemos como egocéntricos y frívolos), sin embargo, aquí y ahora estos
jovencitos nos han dado una lección de amor al prójimo al punto de arriesgar su
vida. Ellos, los jóvenes, son quienes hacen el trabajo y abundan. Esta chica,
entonces, salió de Zona Cero, para encontrar pilas. Regresó sudando, trayendo
un pequeño recipiente de Tupperware con un cargo de apreciadas pilas AA. Dejó
caer el Tupperware frente a mi mesa, a través de sus goggles y cubrebocas, jadeante
dijo, Mauricio, esto todo lo que encontré
por ahora. Le aplaudí. Acto seguido fui a la valla militar que resguardaba
el acceso a los brigadistas y rescatistas. Le pregunté a un soldado del
ejército con quién dejaba las pilas. Me señaló que fuera allá con ese uniformado condecorado de la Marina, quien tomó las baterías de inmediato. De regreso,
al pasar frente al mismo soldado, su capitán me cerró el paso. Me miró
fijamente, y dándome un firme saludo militar, concluyó Es un honor, señor. Por un momento me sacó de onda. Olvidamos en
esos instantes La noche de Tlatelolco
de Poniatowska, y los soldados que, a punta de metralla, amenazaron a los
conductores del camión de mi papá al quitarle su autobús para fundar la Ruta
100. Quise pensar que no es un ejército, sino los ejércitos. Aquellos soldados,
seguro de familias campesinas, eran uno con todos. Le correspondí con un saludo
militar, casi tumbando mi propio caso.
1:57 p.m.
Alrededor de las 5:00 de la
mañana, dos horas de haber iniciado mi turno en Zona Cero, me pusieron como
resguardo del primer punto de acceso. Hay tres anillos con sus puntos de
acceso. El más lejano a Zona Cero lo manejan voluntarios civiles. Un brigadista
salió gritando junto a mí; pedía maestros carpinteros. Salió una 2ª y 3ª
explicando que necesitaban relevos. A la
4ª vez, de nuevo gritando junto a mi oído como si estuviera sordo, se me escapó
decirle Yo sé usar sierras, taladros y desarmadores. (¡Íngue a su…! ¡Qué dije!).
Se volvió hacia mí. Sígueme. Al pasar
el cordón del ejército, yendo al último punto, le dije Oye, no soy carpintero de profesión. Se detuvo. Pero sí sabes usar esas herramientas,
¿verdad? (Me acordé de la llave que gotea en mi ducha en casa que no he
arreglado). -Sí, claro. Agregó Los muchachos han estado trabajando toda la
noche y necesitamos relevos. Sígueme. Pasamos por varias estaciones: por mi
casco, mi registro (me pintaron con un marcador en el brazo izquierdo mi
nombre, teléfono local y nombre de un familiar) y mis vacunas. [De ahí me presentaron con Arknasus, uno de los maestros carpinteros, y otros carpinteros
voluntarios. Había ahí mujeres carpinteras también. Había equipos de carpinteros
de la Marina Nacional. Ellos cortaban con las sierras lo que les pedíamos.
Arknasus nos dibujó a lápiz unos soportes curvados que quería. Como no daba
una, y hablaban con lenguaje técnico que para mí era como griego, de repente
Agustín, otro maestro carpintero, me tocó el hombro y, sin esperarme me dijo sígueme. ¿Cómo te llamas? -Mauricio. Mira
Mauricio, me vas a barrer todo el aserrín y los vas a separar en dos. Ves este aserrín oscuro (empuñándolo); este aserrín no nos sirve. Pero este otro más clarito, ese me lo pones en cubetas. -
¿por qué en cubetas? Suspiró como si lo molestara. Porque luego, cuando llueve, lo esparcimos por el piso para que la
gente no se resbale. Así comencé dentro de Zona Cero, barriendo aserrín y
moviendo vigas aquí ya allá. Después de algunas horas Agustín nuevamente me tocó
el hombro izquierdo en su ya conocido estilo. Sígueme. Lo seguí hasta el Almacén improvisado de carpintería. ¿Cómo dices que te llamas? -Mauricio. Mira
Mauricio, estos muchachos (señalando a tres jóvenes) han estado trabajando toda la noche y necesitan irse a casa. Mírame
bien. Lo miré. Aquí estamos salvando
vidas. Todos los familiares que ves allá (señalando a unas lonas que
escondían camas, taburetes y gente durmiendo o descansando detrás) son familiares de las víctimas que esperan
noticias. Les debemos el mayor respeto. Quiero que te quedes a cargo del Almacén
de Materiales y Herramientas para Carpintería. ¿Nos puedes ayudar en esto?
-Sí, claro Agustín. Bien (descansando su mano sobre mi
hombro derecho). Aquí los muchachos te
dirán lo que debes de hacer. Después de un rato, los brigadistas y
carpinteros se reportaban conmigo. Me traían nuevos voluntarios. Cuando la
oficina de Derechos Humanos en México nos trajo sierras de banco nuevecitas, me
preguntaron Mauricio, ¿en dónde quieres
que las pongamos? Señalé a tres voluntarios frescos que aguardaban
instrucciones. Les dije señalándolos, tú,
tú y tú, vayan con el señor por favor a descargar una sierras. Me las traen
aquí por favor y las colocan de este lado. No paramos en todo el día,
excepto para comer un poco. Entre ruidos de sierras, las voluntarias del
comedor venían a buscarnos para pedirnos que descansáramos un poco. Hacíamos
caso omiso.
28 de septiembre
2017
12:04 p.m.
Levanta esas
vigas y sígueme…
Esas fueron las palabras de
Agustín, uno de los maestros carpinteros, un tipo de estatura y complexión mediana, rubio y brotando de sus treintas. Él, como los miles de
personas que vi sudando, trabajando, mojándose bajo la lluvia, me dieron una
lección de amor sincero el uno por el otro; de labor incesante a pesar de que
la esperanza de encontrar a alguien con vida disminuía cada minuto, cada hora.
El olor a putrefacción se acentuaba al calentar el sol y, me sorprendía que, a
pesar de saberlo todos, seguíamos trabajando como un único organismo para sacar
los cuerpos, por amor a los familiares y respecto a quienes habían sido ellos.
Era casi como un desorden ordenado, como un silencio ruidoso en el que
trabajábamos. Era una tristeza que se alegraba desde lo profundo. Era sudor,
pero descanso en que ayudábamos a alguien. Me pregunté, ¿dónde están las
iglesias? ¿dónde está toda esa gente bien intencionada que he conocido? ¿dónde
está esa gente que dice sermones acalorados? Quizás estaban ahí o allá, pero en
la Zona Cero, en Jojutla y las varias comunidades que visitamos, yo, al menos, nunca los vi.
Quiero pensar que los verdaderos
seguidores que Jesús buscaba, eran aquellos a quienes les tocaban el hombro y
les decían tú, y tú, carga esa viga y
sígueme.
[Duré dos días para tener apetito.
El olor a carne me daba asco. En el Paseo de la Reforma, en ruta a recoger los
certificados de secundaria de mis hijos,] una jovencita portando un chaleco de
la UNICEF se me acercó. Quería que la escuchara para enterarme cómo asistir a
niños damnificados por el temblor. La paré en seco un tanto irascible. Me miró
un poco sorprendida. Estoy muy triste por
todo lo que ha pasado y no quiero hablar de esto, señorita. Mis lágrimas comenzaron
a fluir, mezclándose con las primeras gotas de lluvia fría. Las lágrimas se
convirtieron en llanto sin cesar en plena avenida. Perdón, estuve en Zona Cero. -Yo también estuve de brigadista. Señor,
¿me permite abrazarlo?
12:32 de la
tarde.
Mucha gente ayudó mucho más que
yo, unos hasta 40 hrs. con descansos para ducha, una pestañeada y alimentos. Chicos, si quieren tomar una ducha caliente,
vengan conmigo para indicarles qué casas de vecinos están abiertas. No se
preocupen, tenemos toallas, jabón y champú. Frida, una bella perrita
rescatista de la Marina Nacional, una de varias heroínas en cuatro patas, es
hoy famosa en el mundo. Todo comenzó cuando un grupo de rescatistas japoneses
leyeron “Marina” en su chaleco y la llamaron “Marina-san”. Ella, Marina-san o
Frida, ya tiene un canción e incluso adaptaron un monumento de un perro en
Tokio. Con flores, pusieron fotos de los derrumbes y flores escribieron
Marina-san. También aquí en México se ha vuelto popular en los memes. Su foto,
junto a la esposa de conocido político y la de una actriz de la farándula leía
“Esta perra salvó vidas, pero ésta no (bajo la foto de la esposa), ni ésta
tampoco”. Cuatro jóvenes millennial crearon un fondo de ayuda a los
damnificados con el dibujo de Frida (Marina-san). ¡Ay, qué hermosas! Yo quiero una, dijo una brigadista con
entonación fresa. Si eres un joven en edad de bachillerato o universitario, TÚ puedes marcar el paso y CAMBIAR el mundo. No nos esperes, a
nosotros los más adultos o mayores. Estamos preocupados más por nuestra
jubilación o nuestros empleos. Pero tú puedes lograr algo como todos estos
jóvenes brigadistas cuyos nombres nunca sabré, mas privilegiado siempre seré
por haber trabajado hombro a hombro con ellos. Mi sobrino, Luis Felipe, de su
primer cheque, compró cinco latas de atún. Me recordó aquel pasaje de la viuda
en el templo que dio unas moneditas como ofrenda. Sin embargo, se le recuerda mundialmente porque de ella se dijo que dio más que todos. Yo, sin en cambio, di
mucho, mucho menos, al dar de mi abundancia financiera y de tiempo, y de la
amabilidad de mi institución al dejarme ir.
Blanca, en un restaurante, se puso
a llorar al escucharme. Mauricio, yo
hubiera querido ir, pero no pude. Tenía a mis hijos. Cuando tembló, me bajé del
auto y, con mis hijos, dirigimos a la gente como pudimos lejos de los edificios
que se caían. Me llevó a ver algunos de ellos. En un edificio de
apartamentos casi nuevos, ya no quedaba nada, sólo un gran recuadro vacío. En
la barda blanca había decenas de ofrendas florales, con fotos de los que hasta
hace poco tiempo vivían ahí. Vi fotos de niños, bebés, madres jóvenes… Adiós hija, te quiero. Otro papá y yo te extrañamos, bebé. Me volví
a Blanca y le dije Eso que hiciste,
abrazar a tus nenes y dirigir a la gente, eso fue lo que se requería de ti.
Gracias Blanca. Blanca lloró.
[¿Llorar? No sé porqué. Quizás
porque los sismos del 19 de septiembre ocurrieron horas después y justo en el
aniversario del sismo devastador del de 1985. El sismo de 1985 se conmemoró con
un simulacro nacional. ¿Qué vas a hacer
hoy mamá? – Pues la comida, pero antes estamos esperando la alarma sísmica. Hoy
es el simulacro para conmemorar el terremoto del 85, me dijo mi mamá
aquella mañana cuando la llamé. Le comenté que había soñado que temblaba, por
eso el comentario del simulacro. Llorar quizás porque la presencia de aquellos
misioneros e iglesias evangélicas se hizo presente precisamente al no estar
presente. Sus voces callaron. Decían, es
que no quieren que la gente salga a la calle. Otros simplemente sólo
copiaban enlaces en donde se pedía ayuda. Llorar quizás por aquella joven de la
UNICEF que, habiendo sido ella misma brigadsita, se puso a trabajar para
encontrar abrigo a niños desplazados por los sismos. Llorar quizás porque sólo
una tragedia puede unirnos y hacer de reporteras grandes escritoras como
Poniatowska. O quizás llorar y luego reír por los memes que siguieron unos días
después: “Me acaba de hablar mi comadre y me dice que al compadre no lo pueden
sacar de Los Escombros” (Foto de una pulquería de mal llamada Los Escombros).
“Ya estoy organizando la brigada de rescate”.
Según la NASA, la meseta central
de México se movió por varios centímetros después del sismo del 19 de
septiembre, 2017.
Las víctimas de Álvaro Obregón 286
murieron en fila, bajando por las escaleras. Así hallaron los cuerpos. Tuvieron
apenas segundos para salir. Casi nadie salió.
**Estas memorias fueron leídas de
pie por respeto a las víctimas de los sismos de septiembre 2017 en México y
Ecuador en abril 2018, y por admiración a la juventud brigadista en el XXI
Congreso Internacional de Literatura y Estudios Hispánicos, celebrado del 07-09
de marzo, 2018 en hermosa ciudad andina de Quito, Ecuador. **
Referencias:
Aquí hallaron
el último cuerpo: el edificio de Álvaro Obregón 286, símbolo de las semanas de
rescate en México.
El edificio
de Álvaro Obregón se colapsó en 15 segundos: sobreviviente.
La angustiosa espera en Álvaro Obregón 286.
Despiden a
voluntarios coreanos con el “Cielito Lindo”.
En Álvaro
Obregón 286 sin muros de carga.
‘Derrumba’ Poniatowska mitos sobre sismos de 1985 en la
UNAM.
Séisme à
Mexico: course contre la montre pour trouver des survivants.
Depto. de Culturas e
Idiomas | 618-664-6806 | Alumni
Hall, 20 nivel
College of Arts & Sciences, Greenville
University
315 E. College Ave. Greenville IL 62246
[2] “Memorias de un brigadista”